
La enfermedad celíaca es una patología multisistémica, ya que lo que tiene lugar en nuestro intestino puede afectar a todo nuestro cuerpo. Esta enfermedad tiene una base autoinmune provocada por el gluten y prolaminas relacionadas en personas genéticamente susceptibles. Se caracteriza por la presencia de una combinación variable de manifestaciones clínicas dependientes del gluten, anticuerpos específicos de la enfermedad celíaca, haplotipos HLA DQ2 o DQ8 y enteropatía (alteración que se produce en el aparato digestivo). Los llamados haplotipos son los marcadores que indican la existencia de la predisposición genética que aumenta la probabilidad de presentar la enfermedad.
El 95% de las personas con enfermedad celíaca presentan una genética positiva DQ2 o DQ8, sin embargo, el 5% restante es posible que presente alguno de los cincuenta genes asociados a la celiaquía que no se estudian habitualmente cuando se hacen pruebas genéticas.
La reacción de una persona con enfermedad celíaca tiene base autoinmune; el cuerpo de la persona con la predisposición genética que tiene reconoce al gluten como un patógeno (“algo malo”) obligando a las defensas de la persona a reaccionar ante la ingesta de gluten. Además, el sistema inmunológico tiene lo que se llama “memoria”, de tal manera, cuando vuelva a encontrarse con el gluten, desencadenará el proceso inmunológico que produce los anticuerpos IgG e IgA que “atacan” al gluten. Es esta reacción autoinmune la que daña la mucosa del intestino y destruye las vellosidades intestinales encargadas de absorber los nutrientes necesarios para mantenernos sanos.

Los síntomas más frecuentes de la enfermedad celíaca son: pérdida de peso, pérdida de apetito, fatiga, náuseas, vómitos, diarrea, distensión abdominal, pérdida de masa muscular, retraso del crecimiento, alteraciones del carácter, dolores abdominales, meteorismo o anemia por déficit de hierro. Sin embargo, tanto en la edad pediátrica como en la adulta, los síntomas pueden ser atípicos o estar ausentes, dificultando el diagnóstico. Aunque no haya síntomas siempre existe daño intestinal. La prevalencia estimada en las personas europeas y sus descendientes es del 1%, siendo más frecuente en las mujeres con una proporción 2:1.
El diagnóstico de la enfermedad celíaca se realiza mediante un examen clínico cuidadoso y una analítica de sangre, que incluya los marcadores serológicos de enfermedad celíaca (anticuerpos antigliadina, antiendomisio y antitransglutaminasa tisular). El conocimiento reciente de diferentes formas clínicas de enfermedad celíaca ha demostrado que no siempre se puede establecer un diagnóstico clínico. Por ello, para el diagnóstico de certeza es imprescindible realizar una biopsia intestinal. Dicha biopsia consiste en la extracción de una muestra de tejido del intestino delgado superior para ver si está o no dañado. Para realizar esta prueba es necesario que no se haya retirado el gluten de la dieta.
El tratamiento de la enfermedad celíaca es tener una alimentación libre de gluten.

Pero ¿Qué es el gluten?
El gluten es una glicoproteína, es decir, una molécula compuesta de una proteína y uno o varios glúcidos (azúcares). En el caso del gluten, se compone principalmente de gluteína y gliadina. Oficialmente el “gluten” sólo es aquel formado en los cereales de la familia del trigo (espelta, kamut, escaña). Sin embargo generalmente se hace referencia a “gluten” cuando se habla de las glicoproteínas presentes también en la cebada, el centeno y la avena. Cada una de ellas tiene una prolamina asociada:en la cebada la hordeína, en el centeno la secalina y en la avena la avenina. La avena contiene proteínas capaces de provocar reacción en un porcentaje de personas con enfermedad celíaca, a esto se suma que la avena frecuentemente esté contaminada con otros cereales con gluten.
El gluten es el responsable de la elasticidad de la masa de harina y confiere la consistencia y esponjosidad de los panes y masas horneadas. Por este motivo es apreciado en alimentación, por su poder espesante.

Existen enfermedades autoinmunes relacionadas con la enfermedad celíaca como: la enfermedad tiroidea autoinmune, la enfermedad hepática autoinmune, el síndrome de Down, el síndrome de Turner, el síndrome de Williams-Beuren, el déficit de IgA, el lupus, la artritis reumatoide, y la diabetes mellitus tipo 1.
La relación entre la diabetes tipo 1 y la enfermedad celíaca no se conoce bien, pero se calcula que en torno a un 8% – 10% de las personas con diabetes tipo 1 presentan esta enfermedad, lo que supone una prevalencia de esta segunda patología superior a la que se registra en la población general.
Tanto la diabetes tipo 1 como la enfermedad celíaca, son de tipo autoinmune, donde el sistema de defensa del organismo reacciona contra células del propio cuerpo: en la enfermedad celíaca se generan anticuerpos frente a unas proteínas del tubo digestivo, mientras que en la diabetes tipo 1, los anticuerpos se dirigen a las células productoras de insulina.
En la enfermedad celíaca y la diabetes la alimentación interviene en el control de ambas enfermedades, de una forma total (enfermedad celíaca) o de una forma parcial (diabetes tipo 1). Las personas con diabetes tipo 1 tienen más probabilidades de desarrollar enfermedad celíaca que el resto de la población. Además, la enfermedad celíaca afecta aproximadamente a 1 de cada 100 personas y parece existir una relación genética con la diabetes tipo I. Se recomienda que estas personas se hagan pruebas de la celiaquía cada 3 años.

Alimentación sin gluten en diabetes tipo 1
Lo primero a tener en cuenta son los alimentos libres de gluten:
Cereales libres de gluten: arroz, maíz, teff y avena [comprobar que tenga la espiga barrada, que sea avena certificada in gluten].
Pseudocereales: quinoa, amaranto y trigo sarraceno.
Libres: tubérculos, legumbres, frutos secos, semillas, verduras, frutas, carnes huevos, pescado.
Algunas claves para tu control glucémico sin gluten
- Realiza una alimentación rica en frutas y verduras. Aplicando siempre el contaje de hidratos de carbono.
- Elige granos y legumbres sin gluten de medio y bajo índice glucémico como: lentejas, garbanzos, guisantes, quinoa, trigo sarraceno, amaranto o teff.
- Elige yuca y boniato y no sólo patatas para tus ingestas, pues presentan menor índice glucémico.
- Disminuye el consumo de alimentos procesados elaborados a base de maíz, arroz o féculas de patata, ya que son más altos en índice glucémico y elevan más rápidamente la glucemia.
- Evita alimentos procesados ricos en sal, azúcares y jarabes o siropes.
- Si te gusta el arroz, prueba con variedades como el basmati, arroz integral, arroz salvaje o mezclandolos. También mézclalo con proteínas y verduras para hacer más lenta su absorción.
- Si te gusta elaborar pan te dejamos esta infografía de la fundación Alicia para ver las variedades. Recuerda que las de fuentes de cereales y patata son las más rápidas y las de pseudocereales y semillas se absorben más lentamente.
- Come de forma equilibrada y variada, para controlar los niveles de glucosa en sangre.
- Recuerda que una alimentación libre de gluten no significa que debamos comprar alimentos procesados sin gluten, podemos tener una alimentación variada y saludable, y además mantener un control glucémico adecuado.

REFERENCIAS UTILIZADAS
Federación de Asociaciones de Celíacos de España (FACE)
https://celiacos.org/enfermedad-celiaca/enfermedades-asociadas/
Tabla de harina de la Fundación Alicia
https://www.alicia.cat/es/document?tag=gluten
Nuevas guías para el diagnóstico de Enfermedad Celiaca en la población pediátrica
Tabla de composición de productos sin gluten
file:///C:/Users/nutra/Downloads/334-Book%20Manuscript-793-1-10-20181029.pdf
www.singlutenismo.com