
Todo lo que rodea a la menopausia (como muchos temas vinculados a las mujeres) está actualmente relacionado a la patologización, la medicalización y por lo tanto, al estigma y a la invisibilización de esta fase de la vida que experimentamos todas las mujeres. En este artículo compartiremos brevemente algunos de los aspectos a tener presentes a nivel biomédico, pero también deseamos que sirva para hablar de esta etapa con naturalidad, conociendo los cambios, buscando soluciones o acompañamiento profesional si lo necesitamos o bien, simplemente dándonos cuenta de que la menopausia es una transición a otro ciclo de nuestra vida como mujeres y que podemos juntas cambiar la narrativa de cómo la contamos.
Lo sociocultural influye en lo psicológico y esto, a su vez, influye en lo físico: una buena parte de la sintomatología adversa de la menopausia está íntimamente vinculada al significado sociocultural peyorativo de ésta. La menopausia puede variar de mujer a mujer, no ya sólo fisiológicamente, sino también desde el contexto cultural: las normas, hábitos, creencias, ritos, tradiciones y valores de cada cultura explican lo permisible en cada una de ellas. Por ello, los sistemas de salud deberían tener en cuenta las creencias y las prácticas culturales para ofrecer un cuidado adaptado y coherente a la cultura de las mujeres que así lo soliciten.
La medicalización en todas las etapas de sus vidas resulta un problema en las mujeres, porque todos los aspectos de su sexualidad (embarazos, partos, menstruación, menopausia…) se medicalizan hasta extremos patologizantes, ya que la estructura androcéntrica de la medicina sigue considerando a las mujeres en tanto que esclavas de sus hormonas, de su naturaleza, en tanto que seres pasivos que han de ser curados, liberados y medicados (2).
La menopausia no es una enfermedad, sino un evento inevitable, que estará totalmente influenciado por el contexto sociocultural: el cómo se viva la menopausia dependerá totalmente, como hemos visto, del contexto social a nivel general y del contexto psicológico previo y del nivel socioeconómico a nivel particular. El tránsito por esta época dependerá principalmente del valor que la cultura de contexto de la mujer le otorgue a la maternidad, a la fertilidad y a la juventud (2).

Desde el punto de vista médico, la menopausia es el cese permanente de la menstruación debido al agotamiento del ovocitos. El resultado es una disminución abrupta del estradiol endógeno (E2). Durante la transición a la menopausia, las mujeres experimentamos cambios fenotípicos, metabólicos y bioquímicos que aumentan el riesgo de diabetes tipo 2. Si estos cambios son independientes del propio envejecimiento ha sido un tema de debate (1).
Los cambios metabólicos durante la transición menopáusica incluyen un aumento y una redistribución central del tejido adiposo. Además, existe un deterioro de la secreción de insulina y la sensibilidad a la insulina y un aumento en el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2. Las mujeres podemos aumentar de peso durante la transición a la menopausia, pero esto puede estar influenciado por la edad más que por la menopausia per se, la transición a la menopausia se asocia de forma independiente con un aumento de la masa grasa, especialmente en la región abdominal. Además, cuando las mujeres nos aproximamos a la menopausia, se produce una disminución de la masa corporal magra (músculo) y una reducción significativa del gasto energético, principalmente por oxidación de grasas, que favorecen un aumento de la grasa corporal total y visceral (1).
Todos estos cambios que hemos mencionado, pueden tratarse principalmente con una intervención en el estilo de vida, incluida la alimentación y el ejercicio físico (1).

Diabetes y estilo de vida
La intervención en el estilo de vida debe ser la piedra angular del tratamiento en mujeres con diabetes que inician la menopausia, y también quienes no tienen diabetes. La pérdida de peso (en caso de que se requiera) es muy importante, no sólo para el tratamiento de la diabetes tipo 2, sino también para su prevención.
Dado que la salud ósea y la sarcopenia son preocupaciones importantes durante el período post-menopausia, solo se recomienda una pérdida de peso gradual y modesta (5-7% del peso corporal inicial anual). Las recomendaciones nutricionales clínicas específicas incluyen el consumo de grasas monoinsaturadas y poliinsaturadas en lugar de las formas saturadas, la reducción de la cantidad total de hidratos de carbono y la preferencia por los derivados de frutas y cereales integrales, así como la ingesta de proteínas principalmente de pescado, aves o productos lácteos desnatados (1).
Los programas de nutrición que proporcionan de 1200 a 1500 kcal/día o que crean un déficit de energía de 500 a 750 kcal/día pueden dar como resultado la pérdida de peso deseada. El consumo de nueces y semillas, la ingesta adecuada de calcio y vitamina D y la ingesta baja de alcohol y sodio son cambios dietéticos cruciales adicionales. Las ingestas diarias recomendadas de calcio y vitamina D para mujeres mayores de 50 años con riesgo de fractura son 1000-1200 mg y 600-800 UI, respectivamente (1).
El ejercicio físico previene el aumento de peso y la atrofia muscular, y mejora la calidad ósea y la gestión glucémica adecuada. Una recomendación es la de realizar al menos 150 minutos por semana de ejercicio moderado o al menos 75 minutos de ejercicio vigoroso por semana. También se deben realizar actividades anaeróbicas dirigidas a los principales grupos musculares. La actividad física aumenta la masa muscular y debido a que el músculo es más denso que la grasa, puede limitar la pérdida de peso a pesar de la reducción de grasa. La práctica regulada de ejercicio es excelente para nuestra salud y el indicador a observar debe ser la circunferencia de la cintura y por supuesto nuestro bienestar y cómo nos sentimos. Fumar representa un factor de riesgo importante para muchas enfermedades asociadas con los procesos de la menopausia y el envejecimiento, como las enfermedades cardiovasculares, la osteoporosis y el cáncer. Por lo tanto, dejar de fumar debe ser una parte esencial de nuestros cuidados en salud (1).
Conclusiones
La menopausia se asocia con un perfil metabólico adverso y posiblemente un aumento en el riesgo de diabetes tipo 2. Las intervenciones en el estilo de vida, incluyendo una alimentación saludable, la práctica de ejercicio físico, dejar de fumar y disminuir el consumo de alcohol, favorece la salud metabólica, cardiovascular y la ósea.
Recuerda que desde La Mesa Azul podemos acompañarte en tu caso de forma personalizada, ayudándote en la gestión de tu diabetes y otros aspectos vinculados como es el caso de la menopausia. Si necesitas más información, puedes ponerte en contacto con nosotras en info@lamesazul.com o a través de nuestro formulario de contacto.

REFERENCIAS
1. Slopien R, Wender-Ozegowska E, Rogowicz-Frontczak A, Meczekalski B, Zozulinska-Ziolkiewicz D, Jaremek JD, Cano A, Chedraui P, Goulis DG, Lopes P, Mishra G, Mueck A, Rees M, Senturk LM, Simoncini T, Stevenson JC, Stute P, Tuomikoski P, Paschou SA, Anagnostis P, Lambrinoudaki I. Menopause and diabetes: EMAS clinical guide. Maturitas. 2018 Nov;117:6-10. doi: 10.1016/j.maturitas.2018.08.009. Epub 2018 Aug 23. PMID: 30314563.
2. La(s) menopausia(s). Simbologías y sintomatologías culturales. Eva Margarita García DOI: https://doi.org/10.20318/femeris.2017.37681. 2017.